El pueblo nipón ha dado un ejemplo asombroso de calma y tranquilidad ante la situación que atraviesan: terremoto, tsunami y crisis nuclear. Su comportamiento está siendo más sosegado que el de los países occidentales que no se ven afectados por la tragedia. En los medios se refleja cómo se teme la posibilidad de una catástrofe en cualquier lugar del mundo similar a la que están viviendo los japoneses. Mientras que éstos, a pesar del desastre, mantienen la compostura.
La responsabilidad es uno de los adjetivos que mejor definen la labor del periodista. Miles de personas acceden a los contenidos que este profesional de la información elabora y se debe tener mucho cuidado a la hora de llevar a cabo esta tarea. Es importante ser responsable en el trabajo diario, verificando que lo que se pretende exponer al público es cierto y se puede comprobar. Pero cuando se trata de hacer llegar a otras personas hechos sobre temas de un alcance mayor, como el caso de catástrofes como la ocurrida en Japón, la responsabilidad cobra un valor trascendental.
El periodista es enviado al lugar de los hechos para cubrir la noticia y comparte las vivencias con los que están allí, poniendo su vida en peligro: vé lo que ellos ven, siente lo que ellos sienten. Debe trasmitir sus percepciones de manera empática, pero con objetividad; poniéndose en el lugar del otro, pero sin excederse. La exageración o el exceso de realismo pueden herir sensibilidades. No hay que perder el respeto por los afectados, las verdaderas víctimas. El sensacionalismo no es una buena manera de enfocar un tema tan delicado: narrar los acontecimientos sí, amarillismo no.