lunes, 28 de marzo de 2011

Responsabilidad de los medios ante las catástrofes

El pueblo nipón ha dado un ejemplo asombroso de calma y tranquilidad ante la situación que atraviesan: terremoto, tsunami y crisis nuclear. Su comportamiento está siendo más sosegado que el de los países occidentales que no se ven afectados por la tragedia. En los medios se refleja cómo se teme la posibilidad de una catástrofe en cualquier lugar del mundo similar a la que están viviendo los japoneses. Mientras que éstos, a pesar del desastre, mantienen la compostura.


La responsabilidad es uno de los adjetivos que mejor definen la labor del periodista. Miles de personas acceden a los contenidos que este profesional de la información elabora y se debe tener mucho cuidado a la hora de llevar a cabo esta tarea. Es importante ser responsable en el trabajo diario, verificando que lo que se pretende exponer al público es cierto y se puede comprobar. Pero cuando se trata de hacer llegar a otras personas hechos sobre temas de un alcance mayor, como el caso de catástrofes como la ocurrida en Japón, la responsabilidad cobra un valor trascendental.


El periodista es enviado al lugar de los hechos para cubrir la noticia y comparte las vivencias con los que están allí, poniendo su vida en peligro: vé lo que ellos ven, siente lo que ellos sienten. Debe trasmitir sus percepciones de manera empática, pero con objetividad; poniéndose en el lugar del otro, pero sin excederse. La exageración o el exceso de realismo pueden herir sensibilidades. No hay que perder el respeto por los afectados, las verdaderas víctimas. El sensacionalismo no es una buena manera de enfocar un tema tan delicado: narrar los acontecimientos sí, amarillismo no.

domingo, 20 de marzo de 2011

La energía nuclear empieza a preocupar en todo el mundo

El 11 de marzo es ya un día negro y que pasará a la historia por sus desgracias. Si el de 2004 tuvo lugar la tragedia del 11-M con los atentados en los trenes de Madrid, el de este 2011 ha ocurrido una catástrofe natural. La isla de Japón se vio sacudida por un terremoto de 9 grados en la escala de Ritcher, a la que siguió un tsunami que llegó a inundar pueblos enteros de la costa. Por si esto no fuera suficiente, las olas, de hasta 10 metros de altura, alcanzaron las centrales nucleares que tuvieron que ser paradas para evitar mayores peligros. Los reactores de Fukushima, Onagawa y Tokai dejaron de producir energía pero las sustancias que se encuentran en el interior de las centrales continuaban emitiendo calor. El sistema de refrigeración del primero quedó dañado y el de emergencia solo duró una hora antes de estropearse también y se tuvo que proyectar agua de mar contra ella para enfriarla. El remedio surtió efecto pero continuaban los problemas en dos motores de la central de Tokai y se detectaron niveles “anormales” de radioactividad en la de Onagawa y en Fukushima, que definen como“alarmantes”.

Estos sucesos han hecho que vuelva a plantearse el debate sobre la energía nuclear y si es necesaria y compensa utilizarla o son más sus posibles perjuicios. En España, seis centrales nucleares producen el 21% de la electricidad. Mientras PP y PSOE consideran que la ubicación de las centrales es segura y no suponen riesgo para las personas, Izquierda Unida y Ezquerra Republicana optan por el cierre de éstas. Países de todo el mundo se han apresurado a revisar sus centrales para detectar posibles fallos o estudiar cómo reaccionarían ante acontecimientos como los sucedidos en el país nipón. Lo triste es que tenga que suceder algo de tal envergadura para empezar a dar importancia a temas relevantes. De momento, el país del sol naciente no ve llegar el día en que todo esto acabe.