Cuando eres pequeña escuchas como, a veces entre bromas, los adultos se quejan del paso de los años. No lo entiendes, no lo ves como algo malo “¿de qué se quejan?”piensas, “son mayores, pueden hacer lo que quieran. Ojalá lo fuese yo también”. A medida que cumples años, y eres tú la que ves lo deprisa que pasa el tiempo, te vas poniendo en su lugar. Ahora lo comprendes. Veinte años ya, dos décadas. Incluso viéndolo escrito sigue pareciendo raro. ¿Dónde están mis 17, 18...? Desde ahí parece que en lugar de años hubiesen pasado tan sólo días. “De ahora en adelante vuelan”, dicen.
No es algo por lo que haya que lamentarse, sino todo lo contrario. La alegría es cumplirlos y poder celebrar un año más con la gente que te rodea. Ver lo que has conseguido hasta entonces y lo que te gustaría lograr. Las malas experiencias y las buenas, de todas se aprende. Mayor responsabilidad, eso es verdad, pero aun te puedes permitir el lujo de más libertad si no hay nada que te ate. Es bueno plantearse estas cosas y hacer un repaso de tu vida, pero tampoco en exceso. Sin amargarse ni mirar atrás demasiado.
Aunque sea un tópico, el “carpe diem” de toda la vida es el que más aciertos da. Para arrepentirse por algo hecho siempre hay tiempo, pero para que vuelva a existir otra oportunidad quizá no tanto.